La luna llena me recuerda antiguas leyendas en la historia de la humanidad.
Me recuerda muchas cosas.
Principalmente, me viene a la memoria, que cuando hay luna llena, hay transformaciones.
Y probablemente, esta noche pueda decirse que soy humano.
Como humano entonces, y como cronista de estos sucesos, me atrevo a nombrar una superstición.
Existen en la mitología griega unos seres fantásticos:
nueve en total. Nueve hermanas.
Nueve hijas de Zeus, diosas protectoras de las ciencias y las artes.
Sus nombres son:
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Calíope, protectora de la poesía heroica.
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Clío, la que presidía la historia.
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Erato, encargada de la alegría.
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Euterpe, protectora de la música.
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Melpómene, diosa de la tragedia.
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Talía, de la comedia.
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Polimnia, protectora de la poesía lírica.
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Terpsícore, diosa de la danza.
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Urania, de la astronomía.
Se creía que, por medio de cada una de ellas, el artista podía manifestarse en esas áreas.
Muchos imploraban a una musa según la ocasión, para que se manifieste a través de sus medios.
Así fue que, donde había danza, allí estaba Terpsícore.
Donde había alegría, Erato.
En el teatro estaban Talía, en las comedias, y Melpómene, en las tragedias.
Polimnia reinaba en la poesía lírica.
Y así con todas.
A través de los siglos continúa esta leyenda, probablemente por el fondo romántico que habita en los corazones sensibles de los artistas.
Puede uno identificar fácilmente a un artista de otro tipo de persona,
por medio de la sensibilidad oculta en su corazón.
Practíquelo, y verá.
Como decía…
Todo esto, probablemente, sea una leyenda.
Pero ese mínimo de romanticismo en mi corazón de artista me obliga a especular al respecto.
Y a dilucidar otra leyenda, que probablemente sea aún menos factible.
Esa nueva leyenda dice que existen nueve musas.
Y que cada una de ellas inspira un tipo de arte distinto.
Entonces… hay una mujer que lleva a las nueve hermanas dentro de sí.
Y es capaz de inspirar todos los tipos de arte en un artista.
Ella es la musa final, la madre de todas las musas.
Y es capaz de inspirarlo todo dentro de un alma sensible.
Probablemente no sea verdad.
Pero hoy soy humano, y tengo derecho a creerlo.
Como supersticioso, no puedo detenerme a razonar.
Y como ser racional, no encuentro razones para no creerlo.
Es por eso que la luna llena me transforma.
Es por eso que escribo.
Porque puede ser que todo sea parte de un plan…
pero siempre hay pequeñas cosas que se escapan.
¿Y si encontrar a esa mujer se escapó al plan general?
Por lo menos, creerlo mantiene viva una ilusión.
Y esa ilusión palpita dentro mío en las noches de luna llena,
cuando me transformo,
cuando soy humano.
La idea de que haya una mujer que:
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baile con alegría
-
que sea culta en historia
-
que sea trágicamente romántica
-
que combine la astronomía con la música
-
que recite las gestas de su héroe y las de su corazón
Me dan ganas de que todas las noches tengan luna llena,
para poder ser humano todas las noches
y disfrutar de todas las virtudes de esa mujer.
Y por un segundo de ella,
doy mi último suspiro.
Y si anda por ahí,
quiero que sepa que yo estoy cuando hay luna llena.
Y que mi superstición, mi leyenda, mi combinación y mi todas las cosas,
son mías.
Porque es una leyenda mía.
Y no pienso compartirla.
Debo apurarme a encontrarla,
antes de que la luna llena me abandone,
y deje, otra vez, de ser humano…
y me convierta en eso que soy cuando no soy humano.
Ella sabe que estaré vivo,
estaré quemándome en su fuego.
Ella sabe que seré su verdad, tanto como ella será la mía.
No se puede ilustrar esta leyenda.
Solo puedo agregar que el tiempo se va.
Y que pronto llegaré muy alto para poder estar a su lado.
De solo imaginar su nombre,
me sangran los ojos.
Es tiempo.
Nota:
Come out, come out, whatever you are!