jueves, 8 de agosto de 2019

Comportamiento Humano Volúmen 0.9

LO MEJOR DEL AMOR


Allá la lluvia, y acá adentro está mojado.
Hoy, por una mujer.

Eso es lo que es ella: una mujer.
Puedo asegurar que no es una terrícola hembra.
Simplemente lo sé. No puedo probarlo, pero reconozco en ella muchas cosas llenas de magia, llenas de vida, llenas de amor.
Y, por lo tanto, no puede ser terrícola.

Sin embargo, la conocí aquí, en la tierra de la traición, en el mundo del egoísmo.

Creo que ella me descubrió.
Creo que sabe que palpita en mi pecho su sonrisa, y que escucho su voz al abrir los ojos cada mañana.
Y sin embargo, ella no está a mi lado.

Una vez tuve una misión con una terrícola hembra.
Y puedo asegurar que ella no lo es.

Hay música en sus manos.
Hay eso tan dulce en sus dientes, en sus ojos, en... todo su ser.
Probablemente me distraiga de mi misión, pero no puedo contener esta tentación.

En las noches hay algo que la rodea.
Y de día, su andar ilumina más que el sol.
Me caza. Me atrapa. Me mata.
Y mi corazón estalla en su mirada.

Ella no le presta atención,
y sin embargo… lo hace.

Sensaciones, ilusiones y cosas nuevas trae en su interior.
Sentimientos, ansiedades, transformaciones: todo eso produce en mí.

La próxima eternidad es cada uno de sus pasos.
El cielo azul. El sol brillar. Y sus labios.

Su zona más fatal ha sido capaz de mostrármela.
Supongo que es por eso que no está contaminada.
Supongo que me atrapó.
No se me ocurre otra cosa para creer.

Por perversa que sea, su perversidad no puede ir más lejos que uno de sus besos.
Y si ella es perversa, quisiera ser su lado más oscuro.

Porque ya me ha llegado a mí el hechizo.
Porque ha llegado dentro de mi corazón.
Y creo que también al de ella... aunque no estoy seguro.

Aunque esté prohibido,
aunque solo nos amemos con miradas,
aunque lo que nos une sea lo más grande entre todos los terrícolas,
y lo más grande entre todas las cosas…

Debido a esta unión, nunca podrán separarnos.

Porque sí.
Porque el universo es más chico que nuestro amor.
Porque las cadenas no tienen la fuerza que tiene nuestro amor.
Porque ella vive.
Y porque yo, en su corazón, también vivo.

Porque todo está escrito en su nombre.
Porque no hay humanos en nosotros.
Porque acabo de notar que ella es igual a mí.
Y que siente lo mismo.

Y que juntos no somos uno:
somos dos corazones, para juntar la sangre,
para tener más fuerza,
para palpitar más amor.

Porque en ese puñal que ella lleva está el puñal que yo quise llevar.
Porque la vida no la pedimos,
pero ahora que sé que ella es mi vida, sí la pido.

Porque sin ella, no es vida esto.

Hasta el día.
Hasta el camino.
Hasta que me despida…
sellada estará en mis ojos y en mi corazón.

Porque no hay armas.
Porque no puedo disparar.
Porque no puedo matar esto.

Porque recuerdos dulces llegan desde aquella sonrisa,
capaz de contagiar,
capaz de tantas cosas…

Y hacia donde vamos, ella será mía.
Porque si no está, no hay motivos.
Porque si no está, no hay primavera,
no hay días,
no hay festejos.

Porque lo que ella es
es un sentimiento
que florece
en mi corazón.

Fríamente analizo que mis pies pisan un lugar donde todo puede suceder.
Pero a la vez, pisan sobre nunca jamás.

La verdad es que no hay nada debajo de mis pies.
El suelo no está.
Solo queda el rastro que dejamos.

Por eso debo pisar fuerte y no preocuparme por lo que dejo atrás.
Porque a cada paso construimos algo nuevo.
Porque el presente se va muy rápido,
y el futuro ya se está yendo.

Y no es otra cosa que lo que nosotros hacemos de él.

Por todo esto, debemos continuar.
Porque, siendo uno mismo,
poco importa lo que piensen “ellos”.

Porque no soy de aquí, pero tampoco soy de allá.
Porque nunca digo.
Porque soy un extranjero en cada lugar que voy.
Pero siempre soy el mismo.

Y si llego, alguna vez, a un lugar que sea mi hogar,
nunca me voy a ir.

Porque puedo hacerlo.
Porque todo puede pasar.
Porque sí.

Nota:
Con lágrimas en los ojos, me alegro de la suerte de El Articulador.
Y en vez de envidiar, admiro…
a aquel capaz de llevar tantos sentimientos.

En nombre de la Tierra, te decimos gracias.
Espero que, adonde te encuentres ahora,
sigas siendo vos.

¡No te rindas!

El editor


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