Después de varios días de calmar
el insomnio, por fin había descansado lo suficiente, estaba de muy buen humor,
y parecía que iba a ser otro noche normal, otra noche tranquila, pero como no
podía ser de otra manera, camino a la jefatura me modularon un 33-12, respondí, inmediatamente, pedí la ubicación y
acudí al lugar, al llegar, me encontré con un edificio de departamentos, de los
que habían sorteado en los años de juventud de mi abuelo, subí con paso firme y
pesado por la escalera al segundo piso, había mucha humedad… busqué la puerta,
y golpee, después de unos instantes no hubo respuesta, se escuchaba el ruido de
los televisores de todo el piso, pero detrás de esa puerta no se oía sonido
alguno, la luz del palier titiló por un momento y entonces todo el edificio
quedó a oscuras, y en silencio, como una película de suspenso; inmediatamente
mis sentidos se encendieron y mis instintos se incendiaron, tomé mi arma
reglamentaria y me preparé para entrar en combate, como en aquellos días en la
guerra, ese día frío de mucho viento, en la oscuridad, en el desembarco de…,
bueno, eso es otra historia. Como decía, quité el seguro, y agudizando mi oído
pude escuchar una mezcla de suspiro con gemido, de una patada, de dos, de tres,
al fin pude derribar la puerta,; irrumpí en la estancia, y vi entre la
penumbra, a un masculino en el piso haciendo un gesto obsceno y exhalando su
último suspiro, corrí por las habitaciones, registré el lugar, pero no había
signos de que hubiera alguien más, volví al living, me persigné y mientras
elevaba una plegaria, la corriente decidió volver a iluminar el lugar, y un
viento diabólico sacudió las cortinas y cerró las puertas y ventanas de un seco
golpe, el masculino tenía un saco a cuadros, y había una mancha de color rojo
sangre fresca a su lado, me puse mis guantes, y mientras un escalofrío recorría
mi médula, revisé sus bolsillos, no había identificación, sólo un llavero con
una llave y un símbolo “+” como colgante, miré el reloj que había arriba de la
chimenea, en el fondo tenía una imagen de un señor de rulos sacando la lengua,
y las agujas se encontraban detenidas a las 22:01, como en las películas
policiales cuando encuentran que el cadáver rompió el reloj para indicar la
hora de su muerte; en una de las paredes había un pizarrón gigantesco, y se
podía olfatear el olor a tiza por todo el lugar, en el pizarrón, se podía leer
una fórmula que podía darme una pista, la formula decía “(x + a) (z + b) = + (a + b) x +ab”, en la pared de enfrente había
una biblioteca, en ella había libros de lógica, matemáticas, sexo tétrico, sexo
tántrico, sexo y tríos, y demás, por un momento, al acercarme al cuerpo para
examinarlo, sentí un aroma a alcohol y frutillas, parece ser que el occiso
estaba tomando daiquiri; su peso sería de aproximadamente de unos 80 kilos, su estatura sería de unos 175
cm, sus anteojos tenían un aumento bastante fuerte, le desabroché su camisa y
no tenía signos de violencia, desaté su cinturón, y me dispuse a revisar
profundamente, bajé sus pantalones, y sus paños menores, no encontré nada fuera
de lugar, sólo un tatuaje con el símbolo “π” en una de sus nalgas, me senté en su escritorio y revisé sus
papeles, y todos estaban llenos de números, al parecer tenía una obsesión
bastante profunda con los números, revisé sus cajones, y me llamó la atención
un cuaderno, estaba sin usar, renglones a rayas, pero sin ninguna anotación,
todos los demás eran cuadriculados y no había ni una sola hoja sin escribir,
parecía un enigma, no encontraba ninguna pista, me dirigí entonces a la
habitación, había una cama de dos plazas, la cama estaba deshecha, las sábanas
a cuadros revueltas, la observé con la luz ultravioleta y no encontré ninguna
pista, abrí el placard y vi que los trajes de este pobre hombre eran todos
iguales, pero de distinto color, todos a cuadros, al igual que las corbatas y
pantalones, revisé los bolsillos uno por uno y todos se encontraban vacíos, pero
en un momento apareció lo que me hacía falta, el maletín, de cuero, a cuadros,
con una hebilla cruzada, al abrirlo encontré más libros y cuadernos
cuadriculados, pero lo mejor de todo, una hebilla que decía “profesor de
matemáticas” , nuevamente recordé a Don Miguel y sus enseñanzas “Sólo queda al desgraciao lamentar el bien
perdido…” y ahí lo entendí todo, el misterio está resuelto, esa hebilla fue
la clave, el hombre era profesor de matemáticas, eso era todo lo que necesitaba
saber, ahora puedo elaborar una hipótesis, el cuerpo en el piso, la causa de la
muerte, todo misterio puede resolverse cuando se encuentran todos los elementos…
el profesor de matemáticas murió en un ajuste de cuentas, o se murió
porque tenía muchos problemas.