Ya no tenía nada por hacer, ya
había intentado todo lo que estuvo en mis manos, y no encontré en ningún
momento una solución, todo lo que intenté hacer en mi vida, siempre fue un
estrepitoso fracaso, no pude terminar nunca ningún emprendimiento, no soy más
que el primer fracasado generalizado de la era postmoderna, nada que yo
intentara hacer podía llamarse una buena acción, y eso ya me tenía agotado, ya
estaba cansado de vivir conmigo, ya estaba cansado de ver que todo lo que yo
pretendía no tenía sentido, ya estaba cansado de no poder terminar nada, de que
nada saliera bien.
De niño fracasé hasta en la
educación inicial, nunca en la historia de ninguna escuela, ni en la historia
de los fracasados hubo otro ejemplo como el mío, resultó ser que el día 30 de
junio fue el día en que nací, y como vivía en un pueblo en el que no había
registro civil, en mi documento figuraba la fecha del 3 de julio, así que en el
jardín de infantes de mi pueblo, ingresé en el jardín de infantes con 3 años,
pero mis padres supieron que se tenían asco mutuo al año siguiente, y tras la
separación me llevaron a una ciudad en la que se fijaron mi fecha en el
documento, y tuve que repetir el jardín de infantes… ¿Cuántas veces pasó esto
en la historia de la educación?
En mi época preadolescente, tuve
una educación formal privilegiada, tenía las mejores notas, era el abanderado,
el mejor alumno, el mejor compañero, y el capitán del equipo, me presentaba en
todas las competencias y ganaba en todas, no paraba de traer medallas a la
escuela, gané las olimpiadas de matemáticas, las de ping pong, gané los
concursos de literatura, gané jugando al básquet, al fútbol, al hándbol, atletismo,
y natación, era un alumno privilegiado, el boletín era un lujo, y en las
actividades extracurriculares me iba mejor todavía, así hasta el último año, a
dos meses de terminar las clases me
enfermé de sarampión y tras faltar por enfermedad, otra vez repetí, y
así, nuevamente un súper fracaso marcó mi infancia.
Sentí que necesitaba una
revancha, me la merecía, ni siquiera el mejor alumno del mundo tenía mejores
notas que yo, no merecía repetir de grado, pero después de cursar por segunda
vez el último año de la primaria, estaba listo para ir al mejor colegio
secundario del país, y por más que insistía, y pedía por favor, no me quisieron
inscribir, me mandaron e un colegio del barrio, un colegio en el que no había
ni profesores, ni aulas, ni pizarrón, creo que yo fui uno de los pocos alumnos
inscriptos que tuvo, así que fui nuevamente abanderado durante cinco años, pero
el último día de clases recordaron que hubo un incendio en el que se quemaron
las calificaciones, y no pude egresar hasta el próximo año cuando tuve que
volver a aprobar todas las materias.
También fracasé como hombre, casi
me olvido, había conocido a una chica del barrio, que era muy hermosa, pero
especial, no era la típica chica linda, era atractiva, su imagen parecía la de
las chicas de las tarjetas españolas, su imagen era una postal, me parecía la
mirada más elegante que había visto en mi vida, y superando mi timidez, me
lancé a la conquista, le dije dos o tres frases más o menos seductoras, y ella
se rindió a mis encantos. Nos casamos muy jóvenes y tuvimos cuatro hijos, el
día que me despidieron del trabajo llegué a casa y la encontré con dos hombres
en nuestra cama gimiendo como una loba en celo, mientras le hablaba a una foto –Ahora
si tengo un orgasmo… ¡Eyaculador precoz!
La imagen que había vivido era
verdaderamente traumática, pero como decía, me despidieron del trabajo, luego
de 15 años, había entrado como cadete, fui jefe de cadetes, encargado de
cadetería, administrativo de cadetería, y finalmente llegué a gerente de
cadetes, hasta tenía mi oficina con aire acondicionado, y máquina de café, pero
una carta del novio de la hija del gerente general no llegó a tiempo y me
despidieron, tuve que devolver el teléfono celular, la taza que me gané como
cadete del mes, y la bicicleta.
El fracaso era lo único que me
salía bien y ya estaba cansado de fracasar, así fue como tomé la decisión más
importante de mi vida, esto es lo más inteligente que hice, a uno le enseñan a
ver el vaso medio lleno, pero resulta que también está medio vacío, y todo
depende de lo que llevemos en el corazón, no es el cerebro el músculo más
importante, el corazón sí, es por eso que uno abre cada puerta, hay algunos que
creen que toman decisiones sabias, creen que todo está en su mente, pero es un
error, la gente se engaña a sí misma con tal de creer que hace las cosas bien,
pero si no fuera por el corazón, no se atreverían a tomar decisiones, ni hacer
elecciones en sus vidas, el ejemplo más claro es la elección de la familia, un
hombre o una mujer, no decide casarse porque la otra persona sea sana, ni tenga
alguna cualidad sobresaliente que le garantice la felicidad absoluta durante el
contrato de matrimonio, de ninguna manera, decide casarse de una forma
irracional, sólo interviene el corazón, y de esa decisión se desprende el
resto, el matrimonio condiciona el
trabajo a ejercer, la descendencia condiciona la forma de vida, incluso influye
en el resto de la vida hasta el día de la muerte, así que ya que sabemos que
las decisiones se toman con el corazón, esta fue la decisión más inteligente que
tomé en mi vida, acabar con mi vida.
Hablar de acabar con una vida
pareciera ser un tabú para la sociedad, pero no es tan grave como estamos
acostumbrados a que suene, en todos los códigos de la historia la muerte se
tomó como uno de los peores crímenes, y no le veo la gravedad, todos alguna vez
se quedaron un vuelto que no les correspondía, lo que es más o menos lo mismo
que robar, y nadie se escandalizó al hacerlo, la infidelidad, pareciera estar
de moda, y tengo muy buenas pruebas de este asunto, y así puedo seguir con
atropellar los derechos del prójimo, podría decir que la mayoría de las
injusticias están pseudopermitidas, o no muy bien prohibidas, quizás hasta
estén reguladas, puedo agregar que vivo en un país en el que está prohibido ser
heterosexual, así que no me pueden argumentar con ninguna lógica que la
injusticia es prácticamente ley.
Cómo decía antes, soy un experto
en fracasar, todo lo que hago, lo hago mal, es por eso, que decidí que el
suicidio sería la razón de mi vida. Mi forma de morir era lo más importante, y
decidí estudiar distintas formas de hacerlo, para tomar la decisión correcta.
El hecho de finalizar mi vida, no
implica que sea algo así sin sentido, mi muerte debe significar algo, tiene que
ser al menos un acto de rebeldía, una forma de protesta, por esto es importante
la fecha y el escenario, pensé en elegir una fecha patria, pero no me siento
para nada orgulloso de mi nacionalidad, podría ser la fecha de algún evento
importante para la humanidad, aunque pertenecer a una raza como la humanidad me
avergüenza demasiado, lo mejor será que sea una fecha importante y punto, algo
así como el día del perdón, la navidad, el día de los inocentes, aunque sean
construcciones humanas, poco tienen que ver con la humanidad, pero el día de mi
muerte debe ser recordado aunque sea como el día del fracasado universal.
El escenario también es
importante, me gustaría que sea en un lugar que implique un significado para
las próximas generaciones, pero sin olvidarme de las anteriores, un lugar donde
lo antiguo tenga la frontera con lo moderno, un lugar así como un estadio donde
haya habido un gran concierto de protesta contra alguna causa verdaderamente
noble, pero que también haya vomitado Justin Bieber, o alguno de estos nuevos
talentos boricuas que le dicen ele a la “R”.
Creo que hasta la vestimenta es
importante, vestirme de blanco podría confundir, el color blanco se asocia con
la pureza, vestirme de rojo, es algo diabólico, el azul es mi color favorito,
pero es el color de la energía, y estoy pretendiendo significar lo contrario,
el marrón es un color triste, y algo escatológico, no me gusta, quizás lo mejor
sea confeccionar un traje con mezcla de colores.
Podría dispararme en la sien,
tomar un arma de fuego y hacerlo de la forma más rápida, además mi cabeza no es
muy grande, con un arma de la más chica seguro consigo desparramar los
suficientes sesos alrededor para concientizar a las próximas generaciones de lo
que se trata el fracaso.
También está el veneno, no soy un
erudito en la materia, pero podría asegurar que el veneno podría resultar
doloroso, aunque no es fácil de conseguir, tendría que fabricar una mezcla de
venenos de venta libre, mezclar veneno de ratas, con el de hormigas, agregarle
un poco de chocolate, y hasta un poco de crema de leche como para suavizarlo, y
darle un sabor agradable, el problema es que esos venenos no me garantizan la
muerte, quizás terminar en terapia intensiva, me hace falta algo más fuerte, el
cianuro es ilegal y no quiero que mi muerte sea recordada como un crimen…
Saltar desde una altura
considerable puede ser una buena opción, si salto desde el edificio más alto de
la ciudad el riesgo está en que los
bomberos tienen tiempo de descubrirme y rescatarme, pero si me tiro desde un
avión sin paracaídas no creo que nadie, por más súper héroe que sea, pueda
rescatarme, está es una mejor opción.
En definitiva, puedo
electrocutarme, pero no quiero dejar este mundo con deudas, y no voy a usar energía
eléctrica gratis, quizás si tuviera un generador, o una fuente de energía propia…
Para ser sincero, también busqué
medidas extrasensoriales, esas inhumanas, que se encuentran en lo que el resto
del mundo considera fantasía, no es que quiera liderar la rebelión contra la ocupación
alienígena por ejemplo… pero hice una búsqueda exhaustiva de seres paranormales
en las inmediaciones.
Investigando con la mayor cautela
posible, se me ocurrió que si me movía por los círculos adecuados podía llegar
a encontrar algún vampiro, pero a uno serio, uno que sea original, uno
legendario. Parece que está de moda el
vampiro karateka, el vampiro que anda de día, el vampiro travesti, el vampiro
vegano, y el vampiro reguetonero, pero a riesgo de parecer racista… no me interesa ninguno de estos…
Supe que hubo muchos, en casi
todas las mitologías y en distintos lugares en la misma época. Me pareció
adecuado encontrar uno, como decía antes, quería darle un sentido a mi muerte,
así fue como comencé a buscar. Tuve que leer mucho, cada crónica y noticia que
encontré en los archivos de la biblioteca nacional me sirvieron para orientarme
en tiempos y espacios posibles, tracé rutas, mapas, nombres, y muy pronto me
llené de pistas que me podían llevar a encontrar a uno como el que me hacía
falta, cada día estaba más cerca de dar con un chupasangre.
Sabía perfectamente que cumplir
el sueño de mi vida era imposible, pero nada me impedía cumplir el sueño de mi
muerte y darle un sentido a mi paso por la humanidad, mi vida comenzó a
cambiar, y la oscuridad me abrazó como nunca me lo hubiese imaginado. Mis
zapatos se quedaron sin suela, y tuve que acostumbrarme a caminar con callos en
la planta de mis pies.
En mi intensa búsqueda me
entrevisté con la más variada cantidad de gente que uno pueda imaginarse,
entendí que la vida nocturna es lo más cercano a estar muerto en vida, caminar
por las veredas del puerto antes de que salga el sol, transitar callejones
vacíos de espíritu y pesados de adoquines, sentarme a beber en bares olvidados en
donde no llega la prohibición de fumar, desatar la lujuria de las putas que no
consiguieron ningún cliente, y volver con los pies hinchados de alcohol y humedad
antes del amanecer, me recordó que la única diferencia entre toda esta gente y
yo, era la luz.
No creo ser un hombre valiente,
pero puedo asegurar que no tengo miedo, quizás me desagraden los payasos que
tienen una lágrima, o las mujeres que se pintan las uñas de los pies, pero no
les temo ni les tengo respeto, aunque me pareció apropiado tomar precauciones,
por lo que llené de ajo mis bolsillos, y comencé a llevar un crucifijo colgando
cerca de mi corazón, también puse el as de espadas en mi billetera, un
prendedor con la imagen de la flor de lis en la solapa del “breto”, profilácticos con sabor a chocolate, y el 38 especial con
balas de plata, me había transformado en el último “boy scout” de la ciudad.
Andar tanto por la noche haciendo
preguntas un poco confusas a tantos personajes, empezó a llamar la atención, y
hubo muchos personajes que comenzaron a tener conocimientos de mi búsqueda,
pero nadie supo para que buscaba, así comencé a gozar de cierta fama, y en
algunos bares me saludaban como si me conocieran desde siglos atrás con un
cálido –Van Helsing…- y de inmediato me mandaban una copa de licor a mi mesa.
Cierta noche invernal en la que
me faltaba descansar lo suficiente y el licor comenzaba a acariciar mi
espíritu, decidí que podía usar una vez más mis callosidades para ir a
descansar, y entre la lluvia, los truenos y los relámpagos australes, vi una
silueta que me observaba, no le presté demasiada atención, pero mis sentidos
comenzaron a percibir el perfume de la sangre fresca y comprendí que mi búsqueda
estaba por dar sus frutos.
Al día siguiente, la tormenta continuaba
azotando la ciudad, y al caer el sol, me preparé para cumplir el sueño de mi
muerte, para darle sentido a mi existencia, y no me iba a ir con los zapatos
rotos, así que me cambié de calzados y emprendí mi camino por la costanera. Las
olas golpeaban la orilla con toda su furia, el viento quebraba las palmeras, en
la cafetería de los pescadores el noticiero anunciaba medidas nuevas del
presidente, la buena noticia era que combatirían la pobreza con un impuesto al
trabajo, el del servicio meteorológico decía que iba a ser un intenso día de
sol, y en espectáculos anunciaban el estreno de la película sobre los sucesos heroicos
de su santidad el papa en la gran guerra contra los jóvenes idealistas.
Proseguí mi marcha, y para
combatir el frío que penetraba mis huesos tomé el licor de la petaca de un trago
largo, esa noche iba a encontrarme con un sacerdote que tenía información, llegué
hasta la puerta de la parroquia y había una nota borroneada con el agua de la
lluvia que indicaba la dirección de un bar en la zona sur de la ciudad, así que
la arranqué y me decidí a encontrarme con él.
El lugar tenía un cartel
colgante, “El bodegón de Bela”, al cruzar la puerta observé las mesas de pool
en la penumbra, un sector del lugar tenía un pequeño escenario donde una banda tocaba
música de estilo gótico gitano, y unas mesas en las que solo se veían siluetas
y ningún rostro, pero el sacerdote parecía estar nervioso, y eso fue lo que lo
delató, así me acerqué a su mesa, y girando la silla me senté frente a él…
Apuró la cerveza de un trago y
una discusión acerca de unas tres bandas que terminó en reyerta hizo que la
iluminación me mostrara su rostro, su pálida piel, el miedo en sus ojos, los
nervios en el sudor que le recorría la frente, y comenzó diciendo que tenía la
información que yo buscaba, pero que necesitaba un motivo, una excusa, una
señal de que mis intenciones no eran violentas, entonces cuando iba a ponerme
de pie, me tomó del brazo con su fría pero firme mano, y me pidió que espere…
Respiró profundo, sonrió, le pidió
al barman dos cervezas como para darse fuerza y comenzó a largar su lengua:
-Nada hay en el mundo más peligroso que un hombre que no tiene nada que perder…-fue
lo primero que dijo, pero luego de un sorbo largo continuó –El sabor de la
cerveza es amargo, amargo como la muerte, como el sabor que deja acabar con una
vida… aunque vivir… quizás no sea el mejor de los verbos para explicar una
existencia. Pero eso ya lo sabe… entonces… ¿Sabe que Dios nos hizo únicos a cada uno de
nosotros? ¿Sabe que cada una de nuestras capacidades aunque sean colectivas,
nos hacen únicos? Todos los hombres tenemos algo que nos hace especiales, se da
vuelta un día y se encuentra con un Miguel Angel, se descuida un momento y se
encuentra con un Da Vinci, ni hablar de un Dostoievsky, a Nietzsche si
prefiere, entonces… ¿Cuál es la razón por la que quiere acabar con una criatura
única?
Por un momento me hizo dudar, no
sabía si estaba hablando de la criatura, o de mí, porque mencionó a ciertos
artistas, y mi intención era hacer de mi muerte un arte, pero también dijo “criatura
única” y podía ser yo, como también podía ser él… así que bebí solo un trago de
cerveza, y no le respondí, solo le dije: -Quiero a esa criatura infernal ahora,
los motivos son solo míos, pero si verdaderamente le importa un alma, prometo
ir a verlo al confesionario.- Pareció que mi respuesta le dolió, le molestó, y
no pudo evitar demostrarlo, así que tomó coraje y respondió: “Pues bien,
entonces no puedo darle más información- dejó su silla y volví a sentir el
perfume de la sangre, lo vi cruzar todo el salón, pero no lo vi caminar por el
callejón, el cantinero se me acercó, me dio la cuenta, y me dijo “Acaba de sacar
coagulado a un pura sangre…”
Al día siguiente fui a la
parroquia y ya no lo encontré, pero esa no fue la última vez que supe de él. Como
dije en un principio, nada me sale bien, nunca puedo terminar lo que empiezo,
morir se había transformado en la razón de mi vida, y necesitaba hacerlo bien,
era lo único que pretendía hacer bien, y tenía que tener un significado, pero cuando
estuve lo más cerca posible de conseguirlo, los municipales me llevaron
detenido, parece ser que fui el último en ser visto en la puerta de la parroquia,
en donde encontraron desangrado al monaguillo.
En este tiempo en el calabozo
tuve tiempo de escribir esta parte de la historia, pero todavía hay mucho más, y
eso me puso contento, por primera vez en toda mi vida encontré algo que pude empezar
y terminar.