La
noche está estrellada: y afuera el aire huele a
jazmín, por la tarde estuvo lloviendo, y la humedad en la tierra hace que mis
pasos sean más suaves, es demasiado lindo estar aquí afuera, pero tengo que
entrar, y no puedo resistir la tentación de quedarme una noche más, solamente
el aire puro, la luna y yo, ahí adentro hay algo bueno, algo que quema, algo
que se mide tanto en litros, como en graduación, no está del todo mal, se que
si entro este instante ya no volverá, y es tan bueno que no quiero perderlo,
probablemente me quede aquí, pero el viento seca mis labios, necesito entrar,
quizás cuando la luna vuelva a esconderse, entre, siento el aleteo de los
insectos a mi alrededor, siento los pasos de las hormigas por entre mis pies,
el viento roza mi alma, la luz de la luna se refleja en este charco, los
grillos musicalizan este concierto, las ranas hacen los coros, aullidos, las
nubes van y vienen, de pronto se abren, de pronto se cierran, cuando se abren,
estrellas se caen, cuando se cierran la oscuridad se prende y un mundo mágico
invade mis sentidos, me atrapa y me hipnotiza, un reloj que no se escucha, un
calendario vacío, a mi lado se abre un camino, yo me sumerjo aún más y lo
transito, al cabo de unas horas encuentro peregrinos, las damas lavan sus ropas
allí a la orilla del riacho, jinetes apurados, y la despreocupación de sus
caballos marcan mis pasos, ahora las trompetas anuncian una entrada triunfal,
me acerco y en las puertas de palacio un gracioso guardia me saluda
cordialmente y me invita a la celebración, el flamante monarca está festejando
la cosecha, los campesinos se mezclan en la algarabía, con él, todos bailan, y
muy felices comparten sus copas, el más humilde campesino, y el más noble de la
corte están allí, nada les preocupa más que festejar, como espectador o como
participante festejo con ellos, las doncellas me saludan al pasar y las
ancianas me guiñan sus ojos en complicidad de mis picardías, de pronto la
lluvia vuelve y trae con ella mucha más alegría, las gotas en mi rostro me
hacen perder la noción, el tiempo, el lugar, y este encanto y esta fiesta, la
noche está estrellada, porque las nubes se abrieron una vez más, otra estrella
acaba de caer es muy probable que esa estrella haya sido mía, porque ahora el
encanto comienza a desaparecer, mis pasos se sienten pesados, el aire ya no
huele a jazmín, siento algo que sube dentro mío, es imperativo que llegue
adentro, el charco hace que mis pasos se pierdan en un tropiezo, me arrastro
pero la desesperación me hace perder el equilibrio, intento levantarme, una y
otra vez, los insectos zumban en mis oídos, una estrella se me viene encima me
vuelvo a desesperar, comienzo a gritar, nadie me responde, lágrimas acuden a
mis ojos, y no consigo ponerme en pie, las hormigas recorren mis manos y todo mi
cuerpo, los grillos y las ranas me atormentan con ese endiablado sonido, en
medio de este silencio nocturno y de mi soledad, la luz está por aplastarme, me
incorporo y emprendo mi camino hacia adentro, pero la lluvia me golpea cada vez
más, con un último esfuerzo, me arrojo adentro, me quedo un instante en el
piso, y observo mi fortuna al ver como esa estrella, impacta con el maldito
charco, respiro un segundo, me doy vuelta y a mi espalda quedó la ventana
cerrada, la que una vez fue la salida, y hoy se convirtió en entrada, me pesan
mis pasos pero no desisto, solo unos cuantos pasos más, y mi alma encontrará la
paz, pero ahora, ahora que estoy adentro encuentro todo vacío, y más lágrimas
acuden a mis ojos, empiezo a contener mi desesperación, hasta que por fin
encuentro unas gotas, unas pocas, son suficientes para calmarme, pero necesito
más, necesito unas copas que me devuelvan mi ser, en algún lugar dejé una
botella.
La
noche está estrellada: y afuera el aire huele a
jazmín, por la tarde estuvo lloviendo, y la humedad en la tierra hace que mis
pasos sean más suaves, es demasiado lindo estar aquí afuera, pero tengo que
entrar, y no puedo resistir la tentación de quedarme una noche más, solamente
el aire puro, la luna y yo, ahí adentro hay algo bueno, algo que quema, algo
que se mide tanto en litros, como en graduación, no está del todo mal, se que
si entro este instante ya no volverá, y es tan bueno que no quiero perderlo,
probablemente me quede aquí, pero el viento seca mis labios, necesito entrar,
quizás cuando la luna vuelva a esconderse, entre, siento el aleteo de los
insectos a mi alrededor, siento los pasos de las hormigas por entre mis pies,
el viento roza mi alma, la luz de la luna se refleja en este charco, los
grillos musicalizan este concierto, las ranas hacen los coros, aullidos, las
nubes van y vienen, de pronto se abren, de pronto se cierran, cuando se abren,
estrellas se caen, cuando se cierran la oscuridad se prende y un mundo mágico
invade mis sentidos, me atrapa y me hipnotiza, un reloj que no se escucha, un
calendario vacío, a mi lado se abre un camino, yo me sumerjo aún más y lo
transito, al cabo de unas horas encuentro peregrinos, las damas lavan sus ropas
allí a la orilla del riacho, jinetes apurados, y la despreocupación de sus
caballos marcan mis pasos, ahora las trompetas anuncian una entrada triunfal,
me acerco y en las puertas de palacio un gracioso guardia me saluda
cordialmente y me invita a la celebración, el flamante monarca está festejando
la cosecha, los campesinos se mezclan en la algarabía, con él, todos bailan, y
muy felices comparten sus copas, el más humilde campesino, y el más noble de la
corte están allí, nada les preocupa más que festejar, como espectador o como
participante festejo con ellos, las doncellas me saludan al pasar y las
ancianas me guiñan sus ojos en complicidad de mis picardías, de pronto la
lluvia vuelve y trae con ella mucha más alegría, las gotas en mi rostro me
hacen perder la noción, el tiempo, el lugar, y este encanto y esta fiesta, la
noche está estrellada, porque las nubes se abrieron una vez más, otra estrella
acaba de caer es muy probable que esa estrella haya sido mía, porque ahora el
encanto comienza a desaparecer, mis pasos se sienten pesados, el aire ya no
huele a jazmín, siento algo que sube dentro mío, es imperativo que llegue
adentro, el charco hace que mis pasos se pierdan en un tropiezo, me arrastro
pero la desesperación me hace perder el equilibrio, intento levantarme, una y
otra vez, los insectos zumban en mis oídos, una estrella se me viene encima me
vuelvo a desesperar, comienzo a gritar, nadie me responde, lágrimas acuden a
mis ojos, y no consigo ponerme en pie, las hormigas recorren mis manos y todo mi
cuerpo, los grillos y las ranas me atormentan con ese endiablado sonido, en
medio de este silencio nocturno y de mi soledad, la luz está por aplastarme, me
incorporo y emprendo mi camino hacia adentro, pero la lluvia me golpea cada vez
más, con un último esfuerzo, me arrojo adentro, me quedo un instante en el
piso, y observo mi fortuna al ver como esa estrella, impacta con el maldito
charco, respiro un segundo, me doy vuelta y a mi espalda quedó la ventana
cerrada, la que una vez fue la salida, y hoy se convirtió en entrada, me pesan
mis pasos pero no desisto, solo unos cuantos pasos más, y mi alma encontrará la
paz, pero ahora, ahora que estoy adentro encuentro todo vacío, y más lágrimas
acuden a mis ojos, empiezo a contener mi desesperación, hasta que por fin
encuentro unas gotas, unas pocas, son suficientes para calmarme, pero necesito
más, necesito unas copas que me devuelvan mi ser, en algún lugar dejé una
botella.
Nota:
En tu memoria, nunca te olvidaremos, los muchachos de
siempre.