Crónica para un amigo

ALVARO DÍAZ EL MEJOR


Todo esto fue una idea de mi editor, me propuso que escriba una crónica sobre distintos autores, como para animar a distintos lectores a leerlos y de alguna forma, fomentar la lectura. Por supuesto que me dio libertad de escribir sobre mis autores favoritos, ya que él sabía que eran muy variados. Ya llevo algunos años escribiendo  estos artículos, algunos parecen ensayos, otro cuentos, quizás alguna parezca una fábula, pero siempre está presente un mínimo de homenaje.
Y cuando parecía que ya no tenía más autores que admirar, encontré uno nuevo. Por supuesto que estos artículos son subjetivos, quizás si escribiera sobre deportistas sea más objetivo, pero ¿Cómo puedo serlo con gente a la que admiro?
Su origen es oriental, pero de este lado, más cercano que medianamente lejano, y tiene una elegancia en las letras que pocos en la historia de la literatura universal han conseguido antes. Es destacable en sus historias la búsqueda de la oración perfecta, la palabra puntual, el recurso divino, que se sucede en su narrativa como si fuera un poeta de la narración o el artista del arte en sí mismo.
Describe con un adjetivo un verbo, como si el sustantivo fuera una rosa, el texto el rosal, y el libro entero fuera un jardín, y como si fuera un jardinero profesional te lleva de paseo por un paisaje frondoso de imágenes profundas y elocuentes que te absorben hasta el punto de no querer dejar de disfrutar el paisaje que él construyó con tanta pasión.
Las circunstancias y tecnologías me brindaron los medios necesarios para acortar las distancias y poder «Conocer» de una forma, aunque sea efímera, al hombre que orquestaba como una sinfonía sin más batuta que una pluma en su puño y letra. Tenía la humildad suficiente, como Sócrates cuando dijo que era más sabio que los “sofistas”, era agradable y simpático, y la lluvia sonaba de fondo en nuestra primera entrevista.
Me contó de sus autores favoritos e intereses literarios en los que coincidimos de inmediato, y me invitó a su ermitaña privacidad… Accedí con gusto. Una vez en ella descubrí que él podía convertirse en lo que fue, un hermano mayor, padrino de inspiración, y amigo.
Sus narraciones tenían una mezcla de historia, con aventuras personales, y una gran imaginación, como si hubiese vivido sucesos grandiosos que nunca existieron, en los que él sí había intervenido, digamos que era una súper héroe sin tiempo ni lugar, pero a su vez, todos los tiempos y todos los lugares. Era testigo de maravillas que nunca existieron, y artífice de las de las que debieron existir.
Me llevó de paseo por una tragedia, me hizo reflexionar en la ciencia ficción, me dio un arma para poder luchar, y me dijo sin decirlo que aprendiera de mi propia humildad.
Supe de alguna musa que me dejó conocer y de la obra que le hizo crear, supe de sus dolencias y de su forma de llevar, de su soledad en el “destierro”, de su afanosa bondad, de cómo acompaña en la distancia al que necesite de su amistad, y supe disfrutar de todo lo que compartió sin necesidad y sin nada que esperar.
Cuando era más joven siempre había querido compartir una charla con alguno de mis autores favoritos, pero nací tarde para Dumas, para Quiroga, para Borges, y para alguno más, quizás no hubiere encontrado las palabras para entrevistarlos a ellos, pero la vida me dio un regalo inesperado, que fue compartir esta amistad con uno de mis autores favoritos, que está vivo, y que él me regala las palabras que yo no puedo encontrar.
Sus palabras sisean cuando no lleva puesta la prótesis dental, y suenan resignadas cuando mencionan la verdad. Estudia sin parar y se supera cada día más, dejando un rinconcito para los que lo seguimos de a poco muy por detrás.
El cautiverio marcó algunas cosas de su personalidad, eso en cualquier ser humano puede ser normal. Pero no en todos los casos este suceso mejora su don de nacimiento, así es como él demuestra en cada trazo de su pluma su superioridad. Por supuesto siempre con humildad.
Entre agradecer a quien me dio la vida, quizás alguna oportunidad, un instante de felicidad y haber leído su obra. Agradezco infinitamente hasta más allá de las estrellas, ser testigo de la fantasía que emana desde su perspectiva tan especial.
Podría haber hecho más de lo mismo, ser uno más, marcar el paso, seguir el ritmo. Podría y no lo hizo. Y por eso es el más especial. Quisiera frotar la lámpara y pedir con toda la fuerza de mi corazón, que nunca se acaben las páginas que él pueda crear. Que perdure en la eternidad aunque no lo pueda comprobar, que mis hijos lean y aprendan lo que solo él, con sus palabras puede enseñar.
Sé que no soy el único, pero también tengo la certeza de entender mejor que nadie lo que produce. En el mundo hay muy pocos «iluminados» que perduran. Así como Fiodor en su momento, Jules en aquél tiempo, hoy le tocó a él marcar el rumbo del futuro de las letras… de los que inventan y alimentan nuestros sueños.

¡Gracias Alvaro!



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1 comentario:

  1. Un gran escritor, lo puedo asegurar, lo he leido, y un gran ser humano, lo puedo inferir, con lo poco que lo conozco

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