Todo esto fue una idea de mi
editor, me propuso que escriba una crónica sobre distintos autores, como para
animar a distintos lectores a leerlos y de alguna forma, fomentar la lectura.
Por supuesto que me dio libertad de escribir sobre mis autores favoritos, ya
que él sabía que eran muy variados. Ya llevo algunos años escribiendo estos artículos, algunos parecen ensayos, otro
cuentos, quizás alguna parezca una fábula, pero siempre está presente un mínimo
de homenaje.
Y cuando parecía que ya no tenía
más autores que admirar, encontré uno nuevo. Por supuesto que estos artículos
son subjetivos, quizás si escribiera sobre deportistas sea más objetivo, pero ¿Cómo
puedo serlo con gente a la que admiro?
Su origen es oriental, pero de
este lado, más cercano que medianamente lejano, y tiene una elegancia en las
letras que pocos en la historia de la literatura universal han conseguido
antes. Es destacable en sus historias la búsqueda de la oración perfecta, la
palabra puntual, el recurso divino, que se sucede en su narrativa como si fuera
un poeta de la narración o el artista del arte en sí mismo.
Describe con un adjetivo un
verbo, como si el sustantivo fuera una rosa, el texto el rosal, y el libro
entero fuera un jardín, y como si fuera un jardinero profesional te lleva de
paseo por un paisaje frondoso de imágenes profundas y elocuentes que te
absorben hasta el punto de no querer dejar de disfrutar el paisaje que él
construyó con tanta pasión.
Las circunstancias y tecnologías
me brindaron los medios necesarios para acortar las distancias y poder «Conocer» de una forma, aunque sea
efímera, al hombre que orquestaba como una sinfonía sin más batuta que una
pluma en su puño y letra. Tenía la humildad suficiente, como Sócrates cuando
dijo que era más sabio que los “sofistas”, era agradable y simpático, y la
lluvia sonaba de fondo en nuestra primera entrevista.
Me contó de sus autores favoritos
e intereses literarios en los que coincidimos de inmediato, y me invitó a su ermitaña
privacidad… Accedí con gusto. Una vez en ella descubrí que él podía convertirse
en lo que fue, un hermano mayor, padrino de inspiración, y amigo.
Sus narraciones tenían una mezcla
de historia, con aventuras personales, y una gran imaginación, como si hubiese
vivido sucesos grandiosos que nunca existieron, en los que él sí había
intervenido, digamos que era una súper héroe sin tiempo ni lugar, pero a su
vez, todos los tiempos y todos los lugares. Era testigo de maravillas que nunca
existieron, y artífice de las de las que debieron existir.
Me llevó de paseo por una
tragedia, me hizo reflexionar en la ciencia ficción, me dio un arma para poder
luchar, y me dijo sin decirlo que aprendiera de mi propia humildad.
Supe de alguna musa que me dejó
conocer y de la obra que le hizo crear, supe de sus dolencias y de su forma de llevar,
de su soledad en el “destierro”, de su afanosa bondad, de cómo acompaña en la
distancia al que necesite de su amistad, y supe disfrutar de todo lo que
compartió sin necesidad y sin nada que esperar.
Cuando era más joven siempre
había querido compartir una charla con alguno de mis autores favoritos, pero
nací tarde para Dumas, para Quiroga, para Borges, y para alguno más, quizás no
hubiere encontrado las palabras para entrevistarlos a ellos, pero la vida me
dio un regalo inesperado, que fue compartir esta amistad con uno de mis autores
favoritos, que está vivo, y que él me regala las palabras que yo no puedo
encontrar.
Sus palabras sisean cuando no
lleva puesta la prótesis dental, y suenan resignadas cuando mencionan la
verdad. Estudia sin parar y se supera cada día más, dejando un rinconcito para
los que lo seguimos de a poco muy por detrás.
El cautiverio marcó algunas cosas
de su personalidad, eso en cualquier ser humano puede ser normal. Pero no en
todos los casos este suceso mejora su don de nacimiento, así es como él
demuestra en cada trazo de su pluma su superioridad. Por supuesto siempre con
humildad.
Entre agradecer a quien me dio la
vida, quizás alguna oportunidad, un instante de felicidad y haber leído su
obra. Agradezco infinitamente hasta más allá de las estrellas, ser testigo de
la fantasía que emana desde su perspectiva tan especial.
Podría haber hecho más de lo
mismo, ser uno más, marcar el paso, seguir el ritmo. Podría y no lo hizo. Y por
eso es el más especial. Quisiera frotar la lámpara y pedir con toda la fuerza
de mi corazón, que nunca se acaben las páginas que él pueda crear. Que perdure
en la eternidad aunque no lo pueda comprobar, que mis hijos lean y aprendan lo
que solo él, con sus palabras puede enseñar.
Sé que no soy el único, pero
también tengo la certeza de entender mejor que nadie lo que produce. En el
mundo hay muy pocos «iluminados» que
perduran. Así como Fiodor en su momento, Jules en aquél tiempo, hoy le tocó a
él marcar el rumbo del futuro de las letras… de los que inventan y alimentan nuestros
sueños.
¡Gracias Alvaro!
Seguir leyendo
Invitar cafe
Volver a página anterior
Un gran escritor, lo puedo asegurar, lo he leido, y un gran ser humano, lo puedo inferir, con lo poco que lo conozco
ResponderEliminar