viernes, 6 de marzo de 2020

Comportamiento Humano Volumen 1.4



COMPORTAMIENTO HUMANO VOLUMEN 1.4

Eso que dicen… muchas veces es lo que impulsa.
Otras veces es lo que inhibe.

En el ambiente terrícola, la humanidad continúa siendo un gran misterio.
Me deslumbra ese pensamiento… ese que dice:

“El que dice la verdad no miente.”

Resulta espectacularmente agradable a los oídos de cualquiera,
ya sea humano o no.


El reconocimiento entre especies, muchas veces, no es el correcto.
Alguna vez escuché la frase:

“La reconocí por las pestañas.”

Y desde ese día comencé a meditar al respecto…
¿Cuál es la manera tan apropiada por la cual los ojos humanos
introducen la información en el cerebro para que este decida qué es lo que ve?

Es decir:
¿Cómo puede saber un cerebro cosas que no tienen ni forma ni color ni materia?


Si, con suerte, un ojo puede ver cosas que el otro no
¿cuál de los dos ojos es el equivocado?


Lo que intento decir es que si los ojos ven salir el sol,
¿cómo puede el cerebro saber que eso es el amanecer?

Si el tiempo nos dice que un año son 365 días y 6 horas,
evidentemente la noción del tiempo es errónea.

El amanecer no necesariamente tiene que ser el amanecer.
Es difícil entender una mirada…


Es por eso que me confundo en los ojos de una terrícola.
Estoy hablando de una humana hembra.

Alcanzo a notar un llamado de socorro.
Pero no es un llamado al azar.
Puedo ver que me llama a mí.

Pero lo que me demuestra la teoría… es otra cosa.


Puedo ver miradas que envuelven misterio, sentimientos, y demasiadas cosas como para explicar con palabras.
Pero la teoría nunca se equivoca.

Hay cosas prohibidas que, a la vista de algunas personas,
no están mal.
Pero… ¿qué dirá Él?

Eso es lo que me atormenta más.


Escucho su voz.
Un dulce sonido que me estremece.

Siento su respiración.
Un viento que me arrasa.

Veo su geografía,
y encuentro ese valle,
toda esa llanura…

Y, como decía un amigo,
encuentro esa bahía.


Y no hago otra cosa que desear,
que observar,
que amar.


Hay una jungla virgen por explorar.
Y hay un boy scout que duda,
que se acobarda ante el salvajismo de sus manos.


¿Qué dirá Él?
Eso es lo que me pregunto.
Eso es lo que me inhibe.


Ahora pienso en qué dirá ella.
Pienso en el tiempo.
Pienso en lo prohibido.

Si pudiera…
Si no me hubieran puesto ese sentido.
Si hubiera llegado más temprano…


Porque ella fue.
Ella fue la que llegó con el sol.

Pero llegó para agarrarme desprevenido.
Llegó para estremecerme.

Y mis ojos ven que ella es el amanecer,
aunque llegó más tarde.


Y ahora me confundo.
Porque no sé dónde soy.
No sé si ella es lo que la teoría me dice.
Y no sé si debo practicar.


Porque el camino está marcado con sangre.
Y ya me queda poco por derramar.

Y muy probablemente lo haga.
Porque la tentación forma parte de mí.

Por ella.
Por esa terrícola.
Por esa humana hembra.


Y esta es otra noche en la que escasean las respuestas.
Y como de costumbre,
voy a ahogar esta pregunta
y buscar la respuesta
en ese cóctel de su sangre.


Porque no tengo fuerza para negar.
Y por todo esto,
y porque estoy siendo vigilado,
voy a llegar hasta allá,
donde están esperándome
los buenos muchachos.


Porque el agua moja.
El fuego quema.
Y el sátiro de la mordedura torcida
anda suelto por la ciudad.


El vagón no se detuvo.
Tampoco la estación.


Los verbos se conjugan.
Mientras los sentimientos no.

Y siempre fue mejor perder las ilusiones
de encontrar nuestro tesoro…
que encontrar nuestro tesoro
y perder nuestras ilusiones.


No creo que esta frase tampoco sea aplicable.

Pero el amor se derritió
y la esperanza se congeló.

Y nuevamente aparecen sus manos.
Un suspiro que se consume.
Una mirada que apuñala.
Una llave.
Y ningún equipaje.


Por lo pronto, continuaré dejando atrás aventuras,
sentimientos,
acordes,
versos
e ilusiones.


Si llegara ese día…
se van a arrepentir de haberme enviado la suscripción.

Porque mi lado oscuro está asomando.
Porque ella no está en mis brazos.
Porque no está conmigo.
Porque sé que me vigilan.

Porque sé que está prohibido
por todo lo que en nuestro futuro fuimos.


Nota:
Con lágrimas en los ojos, creemos que El Articulador es humano.
Lamentamos decepcionarlos, pero nos resulta difícil creer que exista otra especie con más crueldad que los humanos.


El Editor




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