Murria




Calmando mi altrofagia
Con decepciones inefables,
Asoma de a poco esta disforia
Este demencial conticinio.

En mi corazón la selenofilia,
Y su infernal limerencia
Como si no lo supiera…
Aunque deleznable parezca.

Sin más recuerdo dentro mío
Que una flor en el hojal,
Como lápida en la recoleta
Y un epitafio sin terminar.

En el arrabal una milonga triste,
Y una pebeta con una cadera firme,
Los tamangos bien lustrados,
Y un salón de fiesta silencioso.

Un gastado “hasta siempre”,
Con mucho eco y sin respuesta,
En donde “taita” ilumina
La oscuridad de esta estrella.