«Imagina que seguimos teniendo el
corazón que teníamos a los ocho años, aunque no lo recuerdes… Imagina que dentro tuyo, siguen existiendo
sueños e ilusiones como las que teníamos en aquél entonces.
Cierra tus ojos y dejo de lado; a
un paso, o en el pasado, todo aquello que te endureció, y cuando sientas mi
piel en tus labios coloca tu bandera, porque me has conquistado.
Lleva mi mano a tu parte más
oscura, y deja que tus ojos se encandilen en la penumbra de la excesiva misión,
calmar tu cuerpo, matar mi soledad, como si fuese a arrancar el dolor de la
violencia y el castigo de los años tormentosos que te llevaron a olvidar.
Imagina que llueve, y que tu pelo
mojado ata mi mirada y me tiene prisionero. Imagina que me atrapas, me seduces
y me amas. Imagina que no me resisto. Imagina que ante tu voz me he rendido.
Imagina que olvidamos el pasado,
y nos reímos del futuro, enlazados en pasión, tomados de la mano, practicando
el ritual de los enamorados. Imagínanos entonces, entregados al presente,
tómame, y disfruta el camino extasiado hacia la infinidad.
Imagina que somos los de antes o
imagina que ya no somos los mismos. Imagina que te adoro y esta noche te
ofrezco un sacrificio. Imagina que te vuelves inmortal cuando bebes el elixir
del olvido.
Imagina que mis labios en los
tuyos humedecen mi corazón, y tu boca gime. Imagínate que saboreas un fruto
prohibido y yo imaginaré un jardín, con una flor abierta, de dulce sabor y
embriagante aroma que se vuelve hábito y adicción.
Imagina que la distancia se
vuelve estrecha, y que el tiempo se detiene, imagíname a tu lado, en tus
brazos, o dentro tuyo, imagíname contigo, que de eso vivo.
Imagina que amanece cada vez que
estamos unidos. Imagina que estas palabras me salieran cuando te veo, imagina que
te gustan, imagina que las digo.
Imagina que te sientan, como lo
hago yo. Imagina que te desean como lo hago yo, imagina que me gusta, sentirte
así, como lo hago yo.
Imagínate que tengo una pizca de
valor, unos gramos de dulzura, y unos gramos para vos. Imagina que preparas,
condimentas, amasas y lo haces con amor, imagínate un manjar de tu preparación.
Imagina que no importa, que no
influye, que no nada. Imagina que estamos juntos haciendo de dos humanos una
sola perfección.
Imagina que no sientes, imagina
que no te pasa, imagina que el mundo no acaba. Imagina lo que quieras. Imagina
todo, pero imagínate un momento todo esto por favor.
Imagínate en la cama, leyendo
estas palabras, con una mano sostienes mi carta, y con la otra pretendes
escucharla.
Imagina que me llamas…»
Ese fue el anzuelo, un poco con
timidez, un poco con inocencia, nunca supe decir lo que pienso, mucho menos lo
que siento. Así fue como sin fe, esperaba una respuesta…
En estos tiempos existen distintas
tecnologías que nos sirven para conectarnos, comunicarnos y encontrarnos, como
si hicieran que la distancia no existiera, y el tiempo no existiera, pero
quizás ella sí necesitaba que exista, para razonar o para sentir, y luego de
hacerlo, me respondió.
El sobre tenía el aroma de los
sobres que el correo clasifica como «Cartas románticas para vivir de amor» y
cuando lo tuve en mis manos, mi corazón no dejaba de acelerar sus pasos, me
senté en el jardín, donde todas las flores me recordaban a ella y su sonrisa. Y
leí:
«No sé cómo empezar a responderte,
por lo general una carta debe empezar con un “Querido”, pero este no es el caso,
porque no, no te quiero.
¿Cómo puedo explicarte? Es muy
lindo todo, pero yo quiero un hombre, me gusta sentir un hombre que me agarra y
me somete cada vez que llega con traspiración luego de trabajar, no quiero un
niño, ni siquiera quise hijos, mucho menos voy
querer que un niño se meta en mi cama.
Esa metáfora de la diosa y la
devoción queda muy linda para conquistar una nena, y seguramente te sirva, prueba
bajando la edad, yo soy una mujer, quizás vos seas un pedófilo no asumido…
Con eso del “elixir” y demás
delirios tenés que tener cuidado, es una asquerosidad para una nena, no mires
pornografía si no la entiendes…
Lo de la receta erótica, es
demasiado, eres un pesado, ¿No es más fácil que me propongas tener sexo? Quizás
lo hubieras conseguido.
Por último, lo de una mano
sosteniendo la carta y la otra bajo las bragas, no necesito de esas cosas, el
mundo está lleno de hombres dispuestos a caer en mis manos cada vez que se me
antoje, y se me antoja todos los días.
Sí vives lejos y quieres probar
un poquito de esto que tengo aquí solo tienes que subirte al metro, y esperar
unas 3 horas, o te vienes en el tren, aquí estaré.
Y recuerda, trae mucho dinero, te
haré un descuento si me llevas a un hotel como el de la película “Mujer bonita”
pero no creo que me porte como la chica, quizás
soy un poco más atrevida.
Espero que te vengas (en todos
los sentidos)
Te mando besos donde más te
gusten…»
Y así fue como me enamoré de ella.
Solo debo juntar dinero…